por Princesa Mirina
Dulce y melancólico, uno de los puntos más altos de la filmografía de Woody Allen. Apaguen las luces y disfruten de buen jazz y de una estupenda historia de amor.

Emmet está enamorado de sí mismo. No hay caso. Ama el modo en que toca la guitarra y nunca se cansa de que le digan lo talentoso que es. Eso sí, cuando lo sacan del jazz el pobre hombre es un desastre total. Sus únicas diversiones son matar ratas y ver trenes. Regentea mujeres y dilapida toda la plata que gana. ¿Qué mujer es la mujer perfecta para una persona que no se cansa de escuchar su propia voz? Una chica muda. Hattie es una chica sencilla a la que Emmet embeleza con su guitarra. La puede consentir como a un niño. El problema es que la personalidad del músico le impide ver lo que tiene delante de sus narices. Se convence de que no está enamorado, de que no necesita a ninguna mujer. ¡Cuántos hombres dicen lo mismo y después nos confiesan que no pueden vivir sin nosotras!
En fin, sin ánimo de arruinarles el final (o sí, jaja), Dulce y melancólico es una historia trágica sobre el amor y el arte. El artista, sublimado por el amor y la tragedia, crea su obra suprema. ¿Es posible ser feliz y ser un buen artista? Woody Allen nos responde con un rotundo ¡no!
10 de 10, una perfecta historia de amor
0 comentarios:
Publicar un comentario