por Paulo Mallozzo
Contra el indescriptible horror de los doblajes en español neutro, el antídoto, voz original y subtítulos.
Aprendí a leer a los cinco años, comencé con carteles de la calle. Comía
y leía la etiqueta del tarro de la mayonesa. Podía leer los zócalos de
los programas. Mamá cambiaba de canal cuando aparecía titulado algo
terrible. Pero los subtítulos siempre desaparecían como los bocaditos en
la presentación de un libro. El “que no consiguen combustible” traducía
frases como “estoy seguro de que en 1985 el plutonio se consigue en las
farmacias, pero en 1955, es un poco difícil de conseguir”. Nunca me voy
a olvidar de aquel día en el que aprendí a leer los subtítulos, la
riqueza de los diálogos era mía. No dependía de nadie. Ni siquiera de
las películas con doblaje.
El doblaje es como comprarse una MAC para usar solo el procesador de
texto. No hace falta que Robert De Niro sea la víctima para darse cuenta
de que es un desperdicio. Imagínense el discurso del rey doblado, todo
el argumento de la película se iría al carajo. Pero lo peor de todo no
es que se pierda parte de la intención del actor o las expresiones
características del lenguaje de origen. Lo peor son los doblajes de los
niños.
Ocurre que arruinar películas no es tarea sencilla. Se necesita un
traductor, un guionista, un actor amateur especialista en el movimiento
de los labios, herramientas que logren generar sonidos parecidos a algo,
un director y un editor de sonido. Un niño puede aprender a decir una
frase, pero no tiene la cancha suficiente para decir una frase distinta
en el momento exacto que otro mueve los labios. Mujeres se ocupan de
hacerles sus voces, por eso quedan tan ridículas como las de Benji
Gregory en Alf.
El doblajista no es un improvisado. Generalmente estudió teatro y
seguramente ha realizado algún curso de doblaje. En esas clases les
enseñan a hablar en neutro. Pásame la mantequilla, ciérrate la
cremallera, puerco. Las grabaciones son complicadas, no tanto como una
película, pero requieren de mucha concentración. Muchas veces se debe
repetir una y otra vez una escena para que quede perfecto,
milimétricamente en los segundos exactos.
El doblaje es necesario en muchos casos, eso no se puede negar. Que los
ciegos puedan apreciar una película extranjera, no es para nada menor.
Pero también puede ser una obsesión. Algún problema deben tener los
españoles, que todas las películas las doblan en español de España.
Incluso aquellas de habla español latina. ¿No nos entienden? No se
preocupen, nosotros tampoco y menos cuando susurran.
Así es como el doblaje invade los canales de televisión. Cuando voy al
cine si tengo que esperar hasta la próxima función con tal de que no
esté doblada, lo hago. Si no la tienen con subtítulos no la veo ni
aunque me paguen. Podrán decir que soy un hinchapelotas. De hecho, lo
soy. Pero si voy a ver a Jodie Foster, voy a ver a Jodie Foster, no a
una locutora de un canal de compras.
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