Los imperdonables, los héroes de acción no lloran

Título original: Unforgiven (1992)


por Don Cisco


 

Hay algunos directores que filman un peliculón y al otro año te encajan un bodrio lleno de cursilerías romanticonas. Clint Eastwood es un tipo que nunca me termina de caer. ¿Es un cowboy duro, pistolero que no se achica ante nadie? ¿O es un viejo sensible que espera a su amada debajo de la lluvia? Y que encima después esa amada se queda con su marido y lo caga bien cagado al pobre de Clint. Bue, yo prefiero al pistolero, creo que eso lo sospecharán. No me gustan las películas de guerra donde los soldados lo único que hacen es mandarse cartas. No, señores, la vida pasa por el cuerpo. El héroe de acción es necesario. Basta de hombres que lloran. ¿Dónde quedaron los héroes de acción?


Will Munny apunta con su arma.
Los imperdonables tiene lo mejor del western y lo mejor de Eastwood. Es de esos picos a los que puede llegar el cine de vez en cuando. El héroe es un criminal indeseable. Lo peor de lo peor. En su juventud mató mujeres, niños y lo que fuera que se encontrara en su camino. Su vida pasaba entre borrachera y borrachera. Ya viejo, vive una vida de campo. Mientras tanto, en la ciudad le cortan la cara a una prostituta, y sus compañeras ofrecen una recompensa al que dé cuenta del criminal. Entonces, Will Munny, una auténtica leyenda negra, se une a su amigo Ned Logan y van en busca del criminal y el dinero prometido.

Munny es una especie de alma en pena. Ya no es el joven asesino de antes pero la sangre fría sigue corriendo por sus venas. No es que se haya convertido en un vengador al servicio del bien. Quiere la recompensa y no quiere que dañen a su amigo Ned. Tampoco se acuesta con la prostituta agredida, que le hace esa oferta, en respeto a su esposa fallecida. Su técnica es sencilla. No es un tirador rápido pero juega con los nervios de sus contrincantes. Él desenfunda el arma, se toma unos segundos para apuntar y dispara. Quienes lo enfrentan, en cambio, intentan desenfundar rápido, se confunden, se apuran y eso hace que erren los tiros.

Will Munny y Ned Logan cabalgan.
El principal contrincante de Munny es Little Bill Daggett, el sheriff. No podía ser de otra forma. Munny es de pocas palabras. En cambio, Daggett es un hombre vanidoso, charlatán (tiene hasta un biógrafo personal) y que quiere que se cumpla la ley a toda costa. No importan las consecuencias. Es rápido, inescrupuloso, pero no está hecho de la misma madera que Munny. Y con eso alcanza para estar un escalón más abajo que nuestro antihéroe. Clint Eastwood consigue invertir los roles. El sheriff, que siempre hace de bueno de la película, es capaz de torturar hasta la muerte. En cambio el antihéroe muestra cierta nobleza a pesar de su pasado.

Los héroes de acción no lloran. A Munny no se le escapa una sola lágrima durante toda la película. Es duro, tiene un caparazón a prueba de todo. Sabe que su alma está condenada a penar por siempre. Es viejo, con reflejos lentos, pero sabe matar y no tiembla ante eso. La parte final de la película es la gloria. Will Munny se bate contra los hombres del sheriff y queda consagrado como uno de los mejores personajes de la historia del cine. Me faltó decir que la fotografía y las tomas de los paisajes son una maravilla. Es puro western.

¿Por qué no la puse en el ránking de las 10 mejores películas de acción? Es algo que me atormenta en los sueños. En fin, esta crítica es una reivindicación.

Le apunto, lento, al teclado y le pongo un 10.

6 comentarios:

  1. ¡A la pucha! ¿Un diez? Parece que hay que verla.

    ResponderBorrar
  2. Una de las Mejores películas que he visto en mi vida

    ResponderBorrar
  3. Ni hablar. La vamos a ver en 2030 y no va a perder ni un poquito de vigencia.

    ResponderBorrar
  4. concuerdo con tu calificación, pero te lo tengo que decir, tu introducción me parece vulgar y fuera de lugar.

    ResponderBorrar
  5. Una vida dura precisa palabras duras, mi amigo. En la vulgaridad me siento en mi salsa.

    ResponderBorrar