El final de la serie Bates Motel

por Princesa Mirina



Si hay algo que me gusta de las películas de Alfred Hitchcock es esa sensación de que todo puede pasar. Lo inverosímil se vuelve ley, las personas más inofensivas pueden resultar monstruos psicópatas. Y, lo más importante, hasta el peor monstruo guarda un corazón frágil en algún lugar. Por supuesto, quien se atreva a buscarlo tendrá que poner su vida en peligro.

Bates Motel es la historia de Norman Bates, a quien vemos en la película Psycho, famosa por la escena del asesinato en la ducha. ¿Cómo fue su infancia? ¿Cómo era su madre cuando estaba viva, antes de que Norman la convirtiera en una doble personalidad?

AVISO DE SPOILERS

El primer acierto de los genios detrás de esta serie es la elección del reparto. Chicos, díganme la verdad, ¿no es Vera Farmiga la mujer más hermosa y una de las actrices más talentosas de Hollywood? Da gusto verla encarnar a una Norma Bates a veces dulce, otras una madre castradora que se aferra al hijo como tabla de salvación después de sufrir a un marido violento. ¿Y qué decir de Freddie Highmore? Además de querer agarrarle los cachetes cuando protagonizó "Charlie y la fábrica de chocolates", este muchacho tiene un repertorio de emociones para mostrar que me sorprendió muy gratamente. Cuando dice la verdad, cuando miente, cuando está incómodo, cuando dice una verdad a medias, cuando se le empieza a asomar lo psicópata, es extraordinario.

La historia es así. Después de la muerte del esposo, Norma Bates viaja con su hijo Norman a un pueblo donde compran y reacondicionan un hotel viejo. El hotel será su gran proyecto, la oportunidad de empezar de nuevo juntos, solamente ellos dos, sin nadie más que perturbe su relación edípica no consumada. Es que la relación entre Norma y Norman es siempre tirante, va del "te necesito" al "no te soporto más" de un minuto al otro. A veces duermen en la misma cama, se celan, pelean, pero siempre se reconcilian.

Lo interesante es que esta madre castradora, que se abraza tan fuerte a su hijo que no deja entrar a un otro que cumpla la función paterna, está cruzada por la imagen de la mujer luchadora, que debe arreglárselas sola con todo en contra. En un lugar que no conoce, sin amigos, sin mucha plata, con un hijo muy demandante. La despreciamos por lo primero, la queremos por lo segundo. Lo mismo sentimos con Norman. Es un chico educado, amable, atento, hasta que vemos su otro lado oscuro.

A los pocos días de estar en el pueblo sucede el ¿primer? asesinato cuando un hombre violento reclama la casa. El dúo Norma/Norman trabaja en equipo para encubrirlo. Como espectadores nos sentimos cerca de ellos, el hombre era un violador, una persona horrible. El problema es que los asesinatos siguen, esta vez con personas más contradictorias, siempre asociadas con la sexualidad acomplejada de Norman.

El final de esta serie de cinco temporadas es perfecto. Como sabemos los que vimos Psycho, para asesinar, Norman usa la doble personalidad de su madre. Una vez oculto el cadáver, el pobre muchacho se despierta sin recordar nada. Solamente le queda la sensación de que su madre hizo algo oscuro, que guarda un secreto. Cuando al fin Norman descubre el secreto de su doble personalidad asesina, es decir, que él cometió todos esos asesinatos, ya no hay necesidad de apelar a esa Norma falsa para que lo rescate. Y la vida pierde sentido, ya que no podrá pasarla con su otra mitad, ni siquiera como una ilusión.

Los pilares en la vida de Norman son Norma, en primera instancia, y su hermano Dylan y Emma, su amiga. Muerta Norma, Norman muere en brazos de su hermano, después de simular atacarlo para que le pegue un tiro. La muerte será para él un ansiado reencuentro con su madre. Hermoso, trágico, poético.

Una serie que no tuvo tanta trascendencia como debería, y se mueve entre el drama y el policial. Ah, y si con lo que les conté no les alcanza, la serie ofrece una historia alternativa de Marion Crane, la víctima de la ducha en Psycho, ¡encarnada por la diosa de Rihanna!