Título original: Rosemary's Baby (1968)
por Claudius
El gran Roman Polanski da cátedra sobre terror psicológico y, de paso, provoca a los oscurantistas. Pone a la víctima, Rosemary, en medio de la escena. Es joven, bella y muy ingenua. Está relegada al papel de ama de casa y a esperar que su marido, actor insignificante, vuelva de sus audiciones. “En cualquier momento le pasa algo”, piensa el espectador. Porque desde el comienzo se presenta el entorno de Rosemary como un lugar hostil. Un edificio con historias de magia negra. Un sótano tenebroso. Cantos extraños que se escuchan a través de las paredes. Y unos viejos excéntricos que tiene por vecinos y que establecen una amistad absorbente con el marido.
por Claudius
El gran Roman Polanski da cátedra sobre terror psicológico y, de paso, provoca a los oscurantistas. Pone a la víctima, Rosemary, en medio de la escena. Es joven, bella y muy ingenua. Está relegada al papel de ama de casa y a esperar que su marido, actor insignificante, vuelva de sus audiciones. “En cualquier momento le pasa algo”, piensa el espectador. Porque desde el comienzo se presenta el entorno de Rosemary como un lugar hostil. Un edificio con historias de magia negra. Un sótano tenebroso. Cantos extraños que se escuchan a través de las paredes. Y unos viejos excéntricos que tiene por vecinos y que establecen una amistad absorbente con el marido.
Rosemary está sola, está siempre sola aunque la rodee gente. Los viejos, y los amigos de los viejos, empiezan a ser sus únicos contactos con el mundo exterior. El marido la aísla al punto que la joven deja de ver a sus amigos. En ese trance se produce la violación. Mientras ella está sedada, la viola algún tipo de criatura desconocida. El hecho se produce en una suerte de sueño donde aparecen escenas de su infancia en una escuela católica y la imagen del Papa, cómplice también. Producto de esa noche, queda embarazada y el cerrojo se cierra más todavía. Todos están contra Rosemary, que sufre dolores indescriptibles durante el embarazo. La instan a seguir a pesar de eso, a seguir hasta el final. Incluso un doctor al que acude la denuncia.
El bebé de Rosemary, estrenada en 1968, es tremendamente actual. El derecho al aborto está puesto en juego. Ni siquiera con la encarnación del Anticristo en su vientre Rosemary puede abortar. El final es cruel. A tal punto funciona la presión social, que la joven acepta cuidar y ser la madre de este ser diabólico, producto de la violación. La vieja historia del pacto con el Diablo sirve para que Polanski haga de las suyas y que Mia Farrow nos tenga en vilo para que su personaje, Rosemary, salga de la cárcel de su departamento. Una banda de adoradores de Satanás están puestos al mismo nivel que la Iglesia. Polanski juega con fuego y sale indemne.
Una joya del cine, impecable, 10 de 10.
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