por Anabella
Película de acción que incorpora en su trama el problema de la trata de personas.
Taken es una coproducción francesa, estadounidense e inglesa rodada en el año 2008. Taken significa tomado, capturado. En Latinoamérica se tituló Búsqueda implacable y en España, Venganza. La denominación latinoamericana es la más precisa. Sugiere con dos palabras la desesperación que atraviesa el protagonista (Liam Neeson) por el rapto de su hija. Desde la acción, disparos, autos conducidos a gran velocidad, se aborda el problema de la trata de personas.
Kim, de 17 años (Maggie Grace), viaja con su amiga Amanda (Katie Casidy) a París. Viajan solas, en plan de asistir a un concierto y recorrer Europa en sus vacaciones. Al principio, el padre no está convencido de otorgarle la autorización, aun cuando las muchachas no le cuentan el plan verdadero. Le aseguran que visitarán museos y estarán con familiares de Amanda. Al pisar París, son raptadas por una red de trata. El padre, ex agente de la CIA, comprende la situación de inmediato y decide ir en su búsqueda.
Sin la intención de desentrañar demasiado sobre cómo opera una red de trata, el film alude a la complicidad estatal por acción u omisión. El padre intuye rápidamente de qué se trata por su ex cargo en las fuerzas de seguridad. Utiliza sus contactos y descubre que un ex compañero no lo va a ayudar, que está metido en esa mugre e incluso que tiene una gran vida económica por el cobro de coimas.
La trata de personas, junto al narcotráfico y la venta de armas, son los principales negocios ilegales a nivel mundial. Miles de personas, en especial mujeres y niños, son secuestrados para distintos fines: explotación sexual, tráfico de órganos y trabajo en condiciones de esclavitud. Que el arte exprese este problema es una contribución a la reflexión y lucha mundial contra estos crímenes.
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