Esta idea se la robaron a Maude Flanders



Título original: We Bought a Zoo (2011) 


 

 

Uno piensa está Matt Damon y Scarlett Johansson, entonces alguna garantía tiene. Pero no, dejémoslo a Damon para las películas de acción y a Johansson para las de Woody Allen o para interpretar a la rubia de Hitchcok. Esto es una película para ver cautivo en un micro. O sea, familiar. Y como no tengo familia, sáquenmela de mi vista. 

La película tiene un problema en toda la trama. Todo el tiempo está presente el director con el megáfono que grita: “Emoción, quiero emoción”. “Emocionate, ¡emocionate!, te digo”. Odio cuando quieren forzar una emoción. La emoción en el espectador no va a venir de un Damon que habla a los empleados del zoológico con una resolución que te anticipan y miraditas complacientes. A ninguna persona le emociona eso. 

Parte del staff del zoológico de Benjamin Mee.
Pero vayamos al principio. Benjamin es un viudo que tiene dos hijos. Una niña que se roba toda la película por su ternura. Y un pre-adolescente que le hace la vida complicada porque no acepta haber tenido una infancia de mierda. Benjamin decide comprar un zoológico abierto, de los menos crueles, porque quiere que su hijita esté en contacto con animales. Ah, previamente la decisión de mudarse viene de unos vecinos escandalosos (fiesteros). Si fuera por eso, ya me estaría comprando el safari africano. Sin embargo, a lo único que puedo aspirar es a un arma y, aunque no lo crean, soy pacifista. 


Flanders construye un parque temático de los sueños de su esposa.
Volvamos a la película. Matt Damon compra una casa que viene con un zoológico incluido. Su personaje siempre juega a la democracia con sus hijos: “familia, hay que votar…”. En este caso, Benjamin se olvidó de considerar el voto de su hijo mayor. Esta tensión va a estar presente todo el tiempo. Hasta que al escritor del guión se le ocurre la maravillosa e inédita idea de meter un personaje femenino y adolescente entre los monos. En la historia nunca se entiende demasiado bien el por qué de la decisión de Benjamin. Es un sueño de toda la vida y conformate con eso.

Como siempre en este tipo de películas, tiene que haber un desafío. Como era de esperar, el problema es conseguir la habilitación. También hay un tigre que se está por morir y un oso que se escapa. Es evidente que el tigre enfermo simboliza la esposa y madre muerta. Dejarlo ir (sacrificarlo) sería aceptar su muerte y por supuesto enfiestarse con Scarlett Johansson. Igual recordemos que la plata para comprar el zoológico la hereda de su mujer. Ella le pone en una carta que siga adelante con sus sueños de tener un circo. Claro, porque un zoológico y un circo son lo mismo. Esta idea se la robaron de Maude Flanders. En fin, lamento haberla visto.

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